martes, 31 de mayo de 2011

NOCHE AMARGA

Reflejada en el silencio
de las quietas aguas claras
se iba escondiendo la luna
dando paso a la mañana;
mañana que se acercaba
suave, lenta, fríamente
mientras amargo sudor
resbalaba por mi frente
juntándose con las lágrimas
que emanaban mis pupilas
frías, quietas, como el hielo,
perforaban mis heridas.
Y escondido entre las sombras
el amanecer llegaba
quebrando todos mis sueños,
rompiendo en pedazos mi alma
al comprobar que la noche
se llevó toda mi vida,
y escondió junto a la luna
una a una mis sonrisas.
El amanecer venía
dejando atrás esa noche
en la que soñé despierta
sin hacer ningún reproche;
noche en la que no hubo miedos,
ni conciencia, ni amargura,
tan sólo dulces caricias,
sólo infinita ternura
en esos besos tan dulces
que despacio compartimos
y en esas suaves palabras
que llenaban mis oídos.
Pero el día se aparece
reflejándose en las gotas
que se deslizan despacio
de mi mejilla a las sombras
que esconden en el silencio
mis más profundos deseos,
arrastrando en su camino
cada uno de mis sueños.
Luna tibia, noche pálida,
llenan de vida mi vida
reflejando en la mirada
los destellos de alegría.
Noche clara, traicionera,
que hace llegar la mañana
rompiendo todos mis sueños,
desgarrándome el alma.

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