jueves, 30 de junio de 2011

ATARDECER

El sol quemaba tu cara
y en tus ojos el reflejo
de unos sueños conseguidos
se veía desde lejos.
Las olas te salpicaban
humedeciendo tu ropa
al otear el horizonte
recostada en unas rocas.
Y se apagaba ese día
con un sol anaranjado
y pensaste que hay deseos
que a veces no son lejanos.
Y a lo lejos otro barco
se acercaba hasta la orilla
y quisiste en un instante
compartir toda tu vida,
querías que conociera
todo el mundo tu sentir,
querías que se supiera
que te sentías feliz.
Seguías soñando sola,
seguías mirando el cielo,
seguías llorando alegre
desde el mundo de los sueños.
Y el sol ya se había puesto
sobre el lejano horizonte
dejando una estela roja
detrás de todos los montes.
Y tú seguías viviendo
con la mirada perdida
absorta en tus pensamientos
mirabas toda tu vida.
Y remaba lentamente
un bote en la bajamar
y conociste de pronto
toda la felicidad,
y miraste el cielo oscuro
y a una estrella que pasaba
le suplicaste de pronto
te dejara como estabas.

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